COP30 Desconfianza Multiplica Riesgo Soberano en Chile

La desconfianza ciudadana hacia la COP30 y los actores climáticos no es un tema de opinión; es un multiplicador de riesgo soberano y un detonante de futura presión inflacionaria. Mientras el dólar opera en $923 y la UF se mantiene en $39.643, la parálisis política y la falta de credibilidad empresarial dibujan un escenario donde el costo de adaptación se financiará vía mayores impuestos o una factura más cara en el supermercado.

El calendario marca otra conferencia climática global. Los mercados, sin embargo, ya descontaron el resultado: mucha retórica, pocos compromisos vinculantes y un riesgo transferido al largo plazo. El estudio de Ipsos sobre la COP30 no mide solo actitudes; es un termómetro de credibilidad que anticipa flujos de capital y presión regulatoria. En Chile, donde la desconfianza supera el promedio global, este escepticismo se traduce directamente en una prima de riesgo más alta para cualquier proyecto verde y en un lastre para la transición ordenada que tanto pregona el gobierno.

• El Dato: Un 73% de los chilenos cree que las empresas priorizan las ganancias sobre el cuidado ambiental. La cifra no es percepción, es un hecho de mercado que erosiona la licencia social para operar.
• Por qué importa: Sin inversión privada genuina y creíble en descarbonización, el costo de la adaptación climática recae en el Estado. Eso se financia con deuda (más presión sobre las tasas) o con impuestos (menos consumo interno). Es una ecuación macroeconómica simple y peligrosa.
• Lo que viene: Expectativas de una presión regulatoria más agresiva y potenciales carbon border taxes (impuestos al carbono en frontera) de socios comerciales. Nuestras exportaciones, ya golpeadas por un tipo de cambio volátil, podrían enfrentar nuevas barreras de entrada si no se avanza con credibilidad.

El Activo que se Deprecia: La Credibilidad como Factor de Riesgo País

El 51% de los chilenos ve la COP30 como un mero show. Este dato, frío y duro, tiene una lectura financiera contundente: los agentes económicos (ciudadanos, inversores) ya no pricing-in los anuncios políticos climáticos en sus decisiones. El discurso se ha desacoplado de la expectativa de acción. En un contexto global de tasas altas y capitales nerviosos, esta brecha de credibilidad actúa como un impuesto invisible sobre la economía. Aumenta el costo de asegurar proyectos, encarece los préstamos para infraestructura sostenible y frena la llegada de los capitales especializados que Chile dice buscar.

La crítica feroz al sector privado (73%) es quizás el hallazgo más crítico. No es solo una queja social. Señala una falla sistémica en la comunicación de riesgo y en la gestión de stakeholders. Las empresas chilenas, especialmente las cotizadas y exportadoras, operan en mercados donde los criterios ESG son filtros de inversión cada vez más estrictos. Una percepción tan negativa no es un problema de relaciones públicas; es un riesgo material que puede afectar su valoración bursátil y su acceso a financiamiento verde, que suele ser más barato.

"La credibilidad es un activo intangible en los balances nacionales. Cuando se deprecia, la prima de riesgo sube. Y esa prima, estimado lector, no la paga el político de turno en una conferencia. La paga usted en la cuenta de la luz, en el precio del pan y en el dividendo de su AFP."

La Factura Climática: Inflación Verde y el Dilema del Banco Central

El 50% de los chilenos identifica la falta de voluntad política como el gran obstáculo. Esta parálisis tiene un nombre en economía: riesgo político no diversificable. Mientras los legisladores discuten marcos regulatorios a cuentagotas, el reloj climático corre y la ventana para una transición económica ordenada y de costo controlado se estrecha. Cada año de retraso aumenta la magnitud del ajuste necesario. ¿Y cómo se materializa ese ajuste? Mediante shocks de oferta, interrupciones en cadenas logísticas por eventos extremos, y, en última instancia, inflación verde.

El Banco Central de Chile tiene un mandato claro: estabilidad de precios. Un escenario de transición climática desordenada, con shocks de precios en energía y alimentos, le complica el trabajo. Podría forzar una mantención de tasas más altas por más tiempo, estrangulando el crédito para familias y Pymes. El euro a $1.074 y un dólar rondando los $930 son niveles que, en este contexto, ofrecen poca tranquilidad. Son variables sensibles a cualquier señal de desconfianza global hacia los mercados emergentes que no gestionan sus riesgos de largo plazo. La pregunta incómoda es si Chile, con esta brecha de credibilidad, está siendo visto como uno de ellos. La próxima factura del supermercado podría traer la respuesta.