⏱️ 4 min
$923
$1.074
$39.643
$69.542
Mientras el dólar cotiza en $923 y la UF supera los $39 mil, una inversión verde de US$2.500 millones comienza a tomar forma en el norte. Este no es un sueño lejano, sino una realidad que pronto empezará a mover la aguja del empleo y, con suerte, a poner un freno a los costos de la energía que todos pagamos.
La noticia de que el proyecto Volta en Mejillones recibió la luz verde ambiental es mucho más que un trámite técnico. Es la primera piedra de algo que podría cambiar la ecuación energética de Chile. Piensen en eso la próxima vez que llenen el estanque de la camioneta o paguen la cuenta de la luz. La apuesta por el hidrógeno y amoníaco verde no es solo un discurso bonito para cumbres internacionales; es una carrera por abaratar los costos de producción de todo lo que consumimos. Hoy, con el euro en $1.074 y un panorama internacional volátil, traer inversión fresca y "verde" es como encontrar un oasis en el desierto inflacionario.
- El Dato: US$2.500 millones es la inversión, equivalente a más de 2,3 billones de pesos chilenos al tipo de cambio de hoy.
- Por qué importa: Una inyección de capital de ese tamaño no solo crea casi 1.800 empleos en construcción. Presiona a la baja los costos locales de energía a largo plazo y fortalece el peso chileno al atraer divisas extranjeras, lo que ayuda a que el dólar no se dispare.
- Lo que viene: El proyecto ahora busca su RCA definitiva. Si la obtiene, enviará una señal potente al mercado: Chile es serio con su transición energética. Eso puede atraer más inversiones, creando un círculo virtuoso de empleo y estabilidad económica para las familias.
Del Papel a la Pipa: Cómo el Amoníaco Verde le Baja el Precio a la Vida Diaria
¿Suena ajeno hablar de amoníaco verde? Permítanme ponerlo en peras y manzanas. Este proyecto en Mejillones usará energía solar (600 MW, para ser exactos) para producir un compuesto químico clave. Ese compuesto puede reemplazar combustibles fósiles en industrias pesadas o incluso usarse como fertilizante más limpio. Traducción: si la industria minera o agrícola logra operar con energía más barata y local, sus costos bajan. Y cuando los costos de producción bajan, la presión sobre los precios finales "“desde un kilo de tomates hasta el cobre que exportamos"“ se alivia. En un escenario donde la UF sube sin parar, cada punto de eficiencia cuenta para el bolsillo.
La clave está en la escala y en la reutilización de aguas residuales. Este proyecto no es un piloto pequeño; planea producir 620 mil toneladas al año. Eso habla de una industria naciente, pero con ambición de ser global. Para Mejillones y la Región de Antofagasta, no son solo 121 empleos estables por 50 años. Es la posibilidad de que los jóvenes no tengan que migrar a Santiago para buscar oportunidades, revitalizando el comercio local, la demanda de vivienda y la economía completa de la zona.
"Cuando una inversión de esta magnitud se ancla en una comunidad, el efecto dominó es real. No es solo el sueldo del trabajador de la planta; es el panadero que le vende el desayuno, la ferretería que le vende herramientas y la microempresa que le hace el aseo. Es economía circular en su versión más pura y cotidiana."
Una Apuesta Verde Contra la Incertidumbre Global
El mundo hoy valora y paga premium por la energía limpia. Con el dólar estadounidense fuerte y la transición energética como bandera, Chile tiene una ventaja única: nuestro sol y viento. Proyectos como Volta son la manera de convertir ese capital natural en capital financiero estable. A diferencia del cobre, cuyo precio baila al ritmo de las noticias de China, el hidrógeno verde apunta a crear un mercado de largo plazo, con contratos estables. Eso significa menos vaivenes brutales para nuestros ingresos como país.
La verdadera prueba de fuego será cómo esta riqueza generada se traduce en mejor calidad de vida para el chileno común y corriente. ¿Logrará esta nueva industria hacer más competitiva nuestra economía para que, en una década, la factura de la luz ocupe un pedazo más chico del sueldo? El camino está marcado, los primeros $2.500 millones están sobre la mesa. Ahora nos toca como país asegurarnos de que el "verde" del amoníaco también se vea en la estabilidad del presupuesto familiar.